jueves, 8 de agosto de 2013

violencia doméstica

La violencia doméstica imprime unas graves consecuencias para las víctimas, especialmente en el terreno emocional y psicológico. La psiquiatría ha identificado los trastornos derivados de la violencia en forma de cuadros patológicos. Los más frecuentes presentan síntomas al estrés postraumático, aunque hoy en día ya se conoce como síndrome de la mujer maltratada.

¿Qué es el Síndrome de la mujer maltratada? Aparece tras una exposición de maltrato repetido. En general no se trata de limitaciones de la personalidad de la víctima, sino de la reacción psicológica a la violencia crónica. Los síntomas más frecuentes y en los que hay que trabajar son:

   SENSACIÓN DE AMENAZA INCONTROLABLE A LA VIDA Y A LA SEGURIDAD PERSONAL: La violencia repetida e intermitente, entremezclada con períodos de arrepentimiento y ternura, suscita en la mujer una ansiedad extrema, así como respuestas de alerta y sobresalto permanente. La sensación de amenaza no es sólo hacia la propia víctima, también hacia sus hijos, de ahí el temor constante.

  AISLAMIENTO SOCIAL: Deriva de la excesiva dependencia del agresor, quien lo sabe y aumenta el dominio sobre la víctima ya que está sola.

   SENTIMIENTOS DE CULPA: La mayoría de las maltratadas se auto inculpan de su situación. Achacan el maltrato a sus propias conductas, creyendo que los episodios de violencia son provocados por sus comportamientos. Estos sentimientos de culpa facilitan su dependencia emocional, además piensan que si el comportamiento de la víctima acaba también terminará el maltrato.

    DEPRESIÓN Y SENTIMIENTOS DE BAJA AUTOESTIMA: El 65% de las mujeres maltratadas sufren cuadros de debilidad psíquica y deterioro de toda su personalidad, debido a:
- Disminución de recursos personales por el amedrentamiento, con pérdida de asertividad y volviéndose sumamente complacientes con los deseos de los demás.
- Aumento de la inseguridad y la capacidad para tomar decisiones.
- Reducción del rendimiento laboral y capacidad de concentración.
- Embotamiento o colapso emocional como mecanismo de autoprotección. Las maltratadas tienden a reprimir sus sentimientos y emociones para que no sean motivo de tensión con el agresor, pero les causa ansiedad grave.
- Creencias negativas de su imagen.

     PÉRDIDA DE VIDA SALUDABLE: Una situación de estrés crónico repercute en la salud. Es frecuente la excreción de niveles altos de cortisol (dolores de cabeza, problemas gastrointestinales como colon irritable); caída de defensas del sistema inmunitario; sensación de fatiga crónica y mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Esto provoca que la víctima se auto medique y dependa de tranquilizantes, analgésicos y ansiolíticos (sin beneficios fisiológicos y psicológicos). También son frecuentes los trastornos obsesivos, compulsivos y alimenticios.

Otro de los aspectos importantes a tratar en víctimas de maltrato son los motivos de la permanencia con el agresor. Cualquier razonamiento lógico apunta al abandono inmediato de la pareja. Los primeros estudios psicológicos en materia de violencia doméstica atribuían a las mujeres rasgos masoquistas. Sin embargo, algunos de los motivos de esta permanencia  están ligados a las creencias sexistas de las propias víctimas adquiridas durante la socialización. Los motivos de la dependencia al verdugo son:

  DEPENDENCIA ECONÓMICA: las víctimas se ven incapaces de mantenerse de forma autónoma. La carencia de la suficiente formación profesional dificulta también la independencia económica.

  DEPENDENCIA EMOCIONAL: las mujeres maltratadas suelen auto engañarse idealizando al maltratador y teniendo fe de que cambiarán; sienten lástima y pena; creen que la fuerza del amor lo puede todo.

     EXISTENCIA DE HIJOS PEQUEÑOS: en muchos casos, las víctimas consideran que la familia es un valor absoluto y debe mantenerse a toda costa. Creen que los hijos deben crecer y madurar emocionalmente con la presencia ineludible de un padre y de una madre. Esta idea aún tiene más peso si el maltrato es sólo hacia la mujer y no a los hijos. Además, piensan que ellas solas son incapaces de sacar adelante a los niños; incluso, en otros casos temen que pueden perder a sus hijos por incapacidad económica.

  TEMOR A REPRESALIAS: el agresor puede generar tal miedo real en la víctima que le disuada de abandonarle: muerte, pérdida de los hijos, represalias con otros miembros de la familia. Incluso, la víctima también puede sentirse aún más amenazada al ver en periódicos o en la televisión casos en los que el agresor acosa a la maltratada, la lesiona, agrede a sus hijos, incluso la asesina o como desgraciadamente hemos visto los últimos años asesine a los hijos en común.


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