HOGARES DIVORCIADOS, FAMILIA Y CRIMINALIDAD. Los hogares divorciados forman parte de los hogares
insuficiente, puesto que estos últimos pueden darse por:
-
Muerte de uno, o ambos padres.
-
Abandono por parte de uno de los padres, o ambos.
- El
divorcio, que es el aspecto que se explicará.
Esta separación legal en vida de los
cónyuges ha sido justamente causa de provocar gran cantidad de delitos,
ya que la percepción común de los hijos es que significan poco para los padres.
El divorcio se ha convertido en un extremo problema social, dando como
consecuencia índices de criminalidad.
Cuando los hijos no cuentan con uno de los
padres, se abre un abanico de posibilidades que permiten la inserción de él en
el mundo criminal.
La importancia de la familia en cuanto al
normal desarrollo de los niños y jóvenes, juega un papel relevante en el
proceso de socialización, el cual es definitivo en la primera etapa de la
juventud.
Como factores que interrelacionan a la
familia con comportamientos desviados, influyendo definitivamente en futuras
conductas delincuenciales, se citan los siguiente:
a. Falta de supervisión, o falta de control
de los padres. Supervisar consiste en
saber qué hace el menor dentro y fuera de la casa. A medida que los niños van
creciendo es necesario que los padres ejerzan un cierto grado de control sobre
sus actividades, modificándolo en relación con las experiencias, las
capacidades y el grado de madurez de los mismos, de tal forma que aprendan a
asumir responsabilidades, pero sin correr riesgos ni sufrir daños.
En un estudio realizado se puso de manifiesto
que de todas las variables examinadas, la escasa supervisión de los padres era
la más fuertemente relacionada con la delincuencia. Esta escasa supervisión se
caracteriza por una serie de evidencias, entre las cuales destacan: desconocimiento
por parte de los padres de qué hace el niño, o en dónde está; la ausencia de
preocupación, o intervención cuando el niño se encuentra en situaciones de
riesgo o peligro; entre otras.
b. Actitudes crueles, pasivas y negligentes
de los padres hacia los hijos. Violencia de padres contra hijos. En estos supuestos, los padres muestran unos sentimientos
negativos, hostiles o crueles hacia el niño, llevando al abuso psicológico del
niño, a través del cual éste es humillado, atormentado y denigrado
sistemáticamente. Sucede también cuando los padres tienen un comportamiento
violento, mediante frecuentes y duros castigos físicos.
c. Disciplinas férreas. El exceso en la disciplina y la rigidez en las relaciones
familiares, junto al excesivo uso del castigo, incluido el físico, en la
educación de los niños y adolescentes, suele llevar a una situación de tensión
dentro de la familia en la que los niños desarrollan una agresividad latente
contra sus progenitores, que un futuro, desarrollarán con sus propios hijos.
d. Conflictos familiares. La ruptura de la familia tradicional, sobre todo por el
aumento de separaciones y divorcios, dejando, con frecuencia, el cuidado de los
hijos con uno de los padres, ha sido esgrimido como una de las causas
generadoras de la delincuencia juvenil.
e. Familia numerosa. Farrington y West establecieron que cuando un niño tenía
más de cinco hermanos antes de cumplir los diez años de edad, la probabilidad
de llevar una conducta delictiva en un futuro no muy lejano aumentaba casi el
doble.
Para que el tamaño de la familia pueda
influir en la conducta del hijo, es necesario, además, que se den los
siguientes factores concurrentes: una mala posición económica de la familia; un
bajo status social que lleva a que los padres no puedan dedicar a sus hijos los
cuidados y atenciones necesarios, produciéndose una desatención y falta de
control de los hijos por parte de los padres; y la falta de escolaridad en los
padres, y es aquí cuando llegamos al otro punto que es LA ESCUELA Y LA CONDUCTA DELICTIVA.
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